SABERES INDEXADOS, SABERES TRÁGICOS Y SENSIBILIDADES REVUELTAS

La poesía es más filosófica que la historia.

Aristóteles.

 

Si un intelectual habla sólo como experto, no puede hacer otra cosa que desplegar en el orden del saber programaciones técnicas que no implican decisiones ni tomas de posiciones. El momento de la responsabilidad no pertenece al orden del saber competente”.

 

Jacques Derrida

 

 

PREÁMBULO. “El lugar sin límites de un saber perturbado”

 

Interesa la voluntad política en la medida de que el orden del saber adquiere un diferenciado vuelo a la hora de tomar decisiones; como si tejiera competencias extranjeras, o recuperara un saber para si, fuera del programa competente que lo vincula a una ‘disciplina’. En ese sentido, Derrida provoca una cicatriz en la secuencia reproductora de ese orden. Un formato del poder que ahueca lo político, convirtiendo en programaciones técnicas cuestiones que podrían estar en la competencia de la decisión intelectual. El ámbito de lo político vendría a estar fuera de una competencia que apelaría a cuestiones de orden técnico. La tensión o la herida expuesta interrogan a la academia para re-significar el orden del saber y lo instala en un ámbito de discusión y debate intelectual, cuyo efecto es tomar definiciones en la propia sociedad (tanto de orden político como puntos de vistas innovadores en materia social y cultural).

Ha sido toda una operación, una performance hermenéutica y un tremendo desafío de lectura para abordar con atención La Universidad (im) posible texto compilado por Willy Thayer, Elizabeth Collingwood-Selby, Mary Luz Estupiñan Serrano y raúl rodríguez freire. Todo un desafío para delimitar tradiciones críticas. Desafío que me llevó a pensar territorios posibles de cortar, inventar formas nuevas de leer, formas nuevas de borrar,  revisar procedimientos autorales puestos en escena, criticar  estrategias  que puedan levantar lecturas posibles o también imposibles.

Aquí no solo se juega -como dice NR- la cercanía o inhibición de la monumentalidad de la inscripción del territorio convocado, LA UNIVERSIDAD EN MAYÚSCULAS, sino más bien es un texto o paño territorial que cita un debate que puede leerse desde algún centro, desde un borde,  desde  el costado de una esquina o una vereda.

Si quisiera dar cuenta de tantas visiones diferentes en el libro sería un gesto más utópico, extenso no solo por el tiempo que requiere sino también por la atención en el despliegue de 32 marcas autorales. Me pregunto por lo  inoficioso o no del gesto, pues me parece que la  potencia creativa en juego de tanta materia gris desplegada propone puntos de fuga o atajos. Propone disrupciones fragmentarias que escapan de la lógica general, tanto de las presentaciones de libros como de los protocolos para reseñar, o para coquetear con un autor o autora, o para  auto-representarse en el canon minoritario de un saber especulativo. No voy a la segura con esta definición, más bien voy a hacer una apuesta: un giro literario que promete a la vez una derrota en la representación, y una audacia para hacer explotar los punctum que la maquinaria del libro provoca. Aquí juego al abismo de la no-indexación con los saberes expuestos y re-organizados de este libro.

 

 

PRIMER CORTE DE LECTURA (o primera cadena de interrupción)

 

Barro de Lunes a Viernes los escalones de la Facultad de Humanidades y Filosofía. A las ocho de la mañana comienzo con el piso 2, mi nivel preferido. Piso impecable por lo limpio, tránsito obligado de alumnos con becas estatales y estudiantes extranjeros. Es un piso relajante, generoso y liviano para el trabajo de aseo diario. No tengo claro cuál será la variable incorporada, pero los alumnos con becas no botan basura, caminan como flotando y nunca dejan las colillas de cigarro a la entrada de la sala de clases. Al contrario de ello, los profesores de planta de esta Universidad son los más descuidados. Les importa una mierda botar sus colillas de cigarrillos importados, apuntes viejos y cuentas de sus casas y departamentos casi como exhibiéndolas por alguna misteriosa razón que desconozco. A veces he recogido cuentas del gas, la luz y el cable tiradas por los escalones del nivel 4 y 5, donde están las oficinas de post-grado. Los apuntes los guardo para clasificarlos y comprobar si tienen posibilidades para ser re-utilizados en mis artículos. Un ejemplo de eso se revela en las bibliografías ya organizadas. Esta sección es la que más disfruto y aprovecho. Las académicas feministas de esta facultad olvidan habitualmente los apuntes sobre Derrida y Foucault dejándolos en lugares muy inéditos (baños, cocina y ascensores). Entre los académicos que  pierden más documentos se encuentra los profesores de literatura chilena, estética y medieval. He rescatado kilos de documentos y apuntes que nadie lee. El académico marxista no ensucia, es ortodoxamente limpio. Es pulcro a un nivel enfermizo y escolástico.  A pesar que carga una enorme cantidad de apuntes, libros viejos y ediciones de Bajtin en ruso, no exhibe ningún desprecio por sus materiales. Los resguarda con mucho recelo, con un cierto fetichismo mercantil.

Los días lunes son eternos. Faltan exactamente cuatro días con sus ochos horas diarias respectivas para descansar de mis labores. Los lunes son tediosos, el tiempo pasa lento y los estudiantes y académicos andan de pésimo humor. Son días donde se sacan más fotocopias que el resto de la semana en el primer piso de la Facultad (incluyendo hojas defectuosas que los alumnos tiran al suelo). Es un día poco amistoso, la gente no se saluda en el ascensor ni en las escaleras. Es un día que suele tener un aura autista. Las personas caminan solas sin escuchar a nadie, algo así como si estuvieran sin nadie en el mundo, como un ejército de zombies caminando por la Facultad de Humanidades y Filosofía sin rumbo fijo.

 

El modelo de profesor de universidad es un modelo universal. Un profesor de universidad debe comenzar suspendiendo o neutralizando en sí mismo no solamente el idioma de su lengua y su firma, sino también de su propia existencia… Hay por lo tanto en ese modelo una cierta violencia ejercida sobre la singularidad idiomática y existencial. Y por ende la traductibilidad universal es un principio consustancial a la Universidad” (en Revista de Crítica Cultural, pp. 22-23, N°25, Nov 2002).

 

Presentada así, la exigencia de la producción académica  en la Universidad tensionaría primero su traductibilidad en la medida de que violenta en primera instancia aquella singularidad transmisora. Es quizá un nudo fundamental cuestionar aquel modelo para re-pensar una producción académica dialogante, habilitadora de sentidos múltiples y que desterritorialice el aparato disciplinario que autoriza, legitima y canoniza una determinada práctica de entrada y salida del saber.

 

 

ANEXO 1: Clasificación de la basura retirada según disciplina

 

NOMBREDISCIPLINABASURA TIRADA
Dra. María SolarTeoría Poscolonial y feministaEnvoltorios de súper ocho, chicles Adams, botellas de agua mineral, envoltorio de negrita, formularios Fondecyt.
Dr. Bernardo JiménezEstudios latinoamericanosTabaco residual, envoltorios de sándwiches de jamón y queso.
Dra. Julia OrtúzarLiteratura española-Neo-barrocoToallitas de maquillaje, botellas de agua y boletas de supermercado.
 

Dr. Andrés Sukerman

 

 

Literatura española-siglo de oro español

 

Encendedores en desuso, cajetillas de cigarros, pañuelos desechables y chicles dos en uno.

Formularios Fondart de investigación.

Dra. Elly BuenaventuraLiteratura MedievalCheques mal nominados, servilletas y envases de yogurt griego.
Dr. David  Thompson

 

 

 

 

Literatura y estéticaBoletos de lotería, entradas de cine, servilletas y pañuelos desechables. Entradas al sauna.
 

Dr. Sergio Voulette

Poesía Chilena Contemporánea.Tapas de lápices bic, envoltorios de dulces y pañuelos desechables. Boletas de botellas de whisky en bares de providencia.

 

 

SEGUNDO CORTE DE LECTURA (o segunda cadena de interrupción)

 

Piglia dice:

La literatura trabaja la política como conspiración, como guerra. La política como maquinaria paranoica y ficcional. En este punto me interesa pensar los giros o énfasis que señala este libro como maquinarias de lectura; el pre-fijo, la imposibilidad como huella que corre paralelamente a lo posible, casi como práctica intelectual internalizada de lo positivo y negativo, como un juego permanente para ver el horizonte del saber a modo de huella que requiere constantemente revisarse.

El saber académico convoca una cita. La primera es la constitución del conocimiento cristalizado en ordenamientos disciplinarios, formas de habla u objetos de estudio acompañados de una fuerza de autoridad. Formalizaciones que los ordenan como saberes legítimos, autorizados, funcionales y que configurarían el proyecto universitario que reproduce las fronteras y las regulaciones del logos universal.

Los autores están esparcidos en campos específicos que apuntan a la revuelta más o menos simbólica, más o menos política, más o menos biopolítica. Es el gesto de la UNIVERSIDAD IMPOSIBLE. Tanto en su volumen como en su despliegue escénico nos revela una gran taxidermia de la Universidad que ya no queremos. El ejercicio especulativo del libro es una notable novela policial que nos interroga sobre una tradición o traición, cuestión que se manifiesta en las revisiones fundacionales que notablemente nos hacen regresar con la mirada al cadáver institucional en el que trabajamos. En ese horizonte, una clave posible a la que convoca WTh, es a la indexación como rasgo del saber universitario atrapado en un constante golpeteo con la armadura literaria de la escritura. En ese camino,  la página como territorio de especulación o interrogación se cuela por la violencia de una formalización escritural a punta de pies forzados. Lo que también se podrá detectar en el alfabeto de palabras clave donde esa experiencia literaria es expulsada.

La violencia de la escritura. La ciudad letrada de la hegemonía y de la indexación como prácticas ritualizadas en este proceso donde la propia experiencia tecnocrática constituiría el propio saber. En la topografía de esta maquinaria me inclino por pensar un afuera que reclama un saber no indexado y por cierto provocador de las grandes transformaciones. En ese juego, NR como acreedora radical del pensamiento crítico, propone también un cuestionamiento a las estandarizaciones del discurso académico. Pero más allá de ese horizonte, creo que su malestar epistemológico se asienta además en complicidad con AC, cuando revisa críticamente el campo académico sin porosidad, que tiene incluso la capacidad de re-situarse nuevamente en un ceremonial de crítica global que vuelve al mismo registro del que se movió. En ese camino, Los Anales de la Universidad de Chile, se vuelven verdaderos ejercicios anales del poder, obliterando, expulsando, o incluso re-inscribiendo saberes nuevos que ingresan a la Universidad con un acervo simbólico de transformaciones que se convierten en una medalla o en una sala del segundo piso de la Facultad de Humanidades y Filosofía.

En otro registro, AC propone la Universidad como una irregularidad, pero además, lo que me interesa de su lectura es la idea de la Universidad y la letra, o también la Universidad pasando por un cuerpo. Un cuerpo que además pasarà por un re-doblamiento de la realidad. Cuerpo que además convoca el campo semántico de la palabra aborto, citando la distancia con lo monstruoso. Es reveladora la  idea que pone en evidencia los actos fundacionales de la institucionalidad académica pública por excelencia, la violencia epistémica de su fundación; es decir, la instalación normativa anidada a la letra  en conjunto con la palabra como prolepsis de la Universidad fundante.

Si quisieran ir en busca de lo monstruoso o de lo mágico, o de aquellos saberes que fueron expulsados me quedaría con la idea de AM cuando convoca ese lugar fantasmagórico de las cuevas de salamanca. Lo curioso de ligar Universidad y brujería, es su efecto cinematográfico o su disonancia atractiva de visitar. Me interesa en este punto el choque entre la verdad académica y otros saberes en un afuera, donde la fiesta o el carnaval mágico (recuerdando con esto a Bajtín) pueden traducirse en formas que interrogan o re-significan la universidad moderna a estas alturas, poniéndola como en devenir salamanca. El paisaje y el guion es largo, pero me queda la idea “(…) del contexto de la crisis no moderna, la universidad moderna deviene en una especie de salamanca, es decir un fetiche do una superstición respecto a la universidad neoliberal o emprendedora como diría Bruner)”.

Por otra parte, ECS aterriza en la política de los discursos o la discursividad que conjura los movimientos acomodaticios del poder. En ese juego, ECS tematiza el discurso de Patricio Alywin: cito:

“En cuanto al delicado asunto de las violaciones a los derechos humanos, consecuente con mi reiterada afirmación de que la conciencia moral de la nación exige que se esclarezca la verdad, se haga justicia en la medida de lo posible-conciliando la virtud de la justicia con la virtud de la prudencia y después que venga la hora del perdón, he constituido la Comisión de Verdad y reconciliación para avanzar hacia esas metas en forma seria, pacífica y con necesarias garantías”

Me interesa el giro de ECS por escenificar en esta retórica su imposibilidad de lo posible. Es decir, develar el juego, mostrar la maraña y trasladar ese procedimiento al juego del saber, y a la propia institucionalidad. En ese horizonte, muchos autores o letras de este libro-máquina, plantearon la dificultosa relación entre el Estado y la Universidad, como lugares que aparecen en el complejo tramado de correspondencia entre los poderes. Dice ECB:

“Más que una realización de una idea- de una posibilidad no sujeta a medida, la universidad parece hoy abocada, en cada una de sus instancias y movimientos a realizarse pragmáticamente (…)”

Desde estos destellos que interrogan la imposibilidad, la letra previa del pre-fijo utópico o derrotado de la Universidad imposible, me pregunto finalmente por la comunidad de sentidos y grafías puestas en esta máquina-libro, donde las posibilidades de pensar un adentro, un afuera, una esquina, o una vereda, se reiteran en el espejeo permanente de los lugares que cada letra o indvidualidad adquiere, posee o vive.

El ejercicio de La universidad imposible, es un giro que permea o evidencia la porosidad de la propia utopía universitaria. También es una autopsia, o una taxidermia, pero que en el umbral se vuelve frontera de una posibilidad. La materialidad del libro apuesta a una extensión, a un territorio que no se puede detener, un lugar sin límites que quiere perturbar el cuerpo del saber desde sus síntomas. Cito a Foucault:

“Qué es, después de todo, un sistema de enseñanza, sino una ritualización del habla, sino una cualificación y una fijación de funciones para los sujetos que hablan, sino una constitución de un grupo doctrinal cuando menos difuso, sino una distribución y ¿una adecuación del discurso en sus poderes y saberes?” (Orden del discurso, Tusquets, 1973, Pág. 38).

Quizás el planteamiento de Foucault venga a re-situar las condiciones operacionales de aquellos saberes ritualizados en una expresa sujeción. Poder y saber unidos en una lógica que convoca el habla para materializar una inscripción. Adecuación que insiste en la formalización de un habla legítima, cuestión que vendría a preguntar ¿Cómo un sistema de enseñanza entra en conflicto desde la transmisión de hablas no autorizadas? Esa inflexión vendría acompañada de un movimiento interno respecto a las posibilidades políticas de la transmisión de aquellas hablas no traducidas en el sistema de enseñanza.

Escritor, ensayista, crítico, Magíster en Estudios Culturales, Doctor © en literatura chilena e hispanoamericana, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. Docente del Programa de Género del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ha desarrollado una carrera literaria publicando textos de ficción desde el campo de las disidencias sexuales. Es columnista de Pagina 12 Suplemento Soy, El desconcierto entre algunos medios destacados. Ha sido invitado por las Universidad de Harvard, Pittsburg, Universidad de Texas, Austin en diversos momentos para exponer su trabajo literario y crítico. Entre sus libros destacan, Nación Marica (2009) Cielo Dandi (2011) Ficciones Políticas del Cuerpo (2016) y Se te Nota (2018)

Sus libros publicados:

-Ángeles Negros (editorial Planeta 1994) cuentos. Uno de los primeros textos masivos de escritura gay en los 90 en Chile.

-Santo Roto, (editorial LOM ediciones, 1999) conjunto de cuentos donde se vuelve a trabajar estéticas anti normativas en lo sexual, en la precariedad social y cultural.

-A Corazón Abierto, Geografía literaria de la homosexualidad en Chile (2002, Editorial
Sudamericana, Random-House Mondadori) Primera antología de literatura homosexual del siglo XX en Chile. Incluye textos desde Pedro Lemebel, José Donoso, Marta Brunet, Enrique Lihn, Simonetti, Alone y Sutherland, entre algunos.

-Nación Marica, prácticas culturales y crítica activista (2009, Ripio ediciones) Ensayos de literatura queer, teoría de género y sexualidades, batallas del activismo sexual en Chile y América latina.

-Cielo dandi, escrituras y poéticas de estilo, Eterna Cadencia (2011, Buenos Aires) antología de crónicas latinoamericanas de escritores dandis.

-Cuerpos y hablas disidentes en la poesía de Carmen Berenguer, Mago ediciones (2016)
Antología de estudios sobre la obra de Carmen Berenguer.

-Ficciones políticas del Cuerpo (2017, Editorial Universitaria) ensayos de género, sexualidades y teoría queer. Compilación de ensayos de la cátedra de sexualidades críticas en FACSO, Universidad de Chile.

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