El avance del placebo (o de por qué “Shooting into a corner” no asusta)

I

¿Quién nos enseñó a que no nos gustase el arte contemporáneo? ¿Y quién nos dijo finalmente que estaba bien? ¿Fue Clement Greenberg? ¿Nelly Richard? ¿Hal Foster? (¿Fue… Hitler1?) Lejos estamos de ponerle fin a una discusión que ha tomado cuerpo en diferentes polos de indagación estética. Entre los beligerantes, no faltan quienes, enarbolando la bandera del postmodernismo, anuncian la muerte del sistema moderno de bellas artes y nos invitan a bailar junto a su tumba. En lo que a mi opinión refiere, no creo que la disputa deba darse en torno a la actitud que debemos tener ante este funeral, sino más bien en ‘cartografiar’ el estado pluralista y disperso que asedia el arte contemporáneo. Es por ello que me es inevitable pensar, cuando voy a una exposición como Surge2 de Anish Kapoor en la sala CorpArtes, en el reemplazo de un arte-tesoro3 por un arte del evento, de la intervención y de la fugacidad. Al abandonar la sala abandonamos también las categorías modernas de lo bello y de lo sublime, que son impugnadas hasta caer abatidas por un disparo de cera roja. El artista se ha ido y ha dejado Shooting into a corner (2008)4, pieza que tensiona el lenguaje escultórico y pictórico, que con su opacidad y extrañeza logra desedimentar nuestros hábitos interpretativos, enfrentándonos al desafío de hacernos de un nuevo aparato terminológico para ‘estabilizar’ la obra.

II

¿Shooting into a corner? ¿Qué nos quiere decir? A primera vista no parece tener ningún misterio: su traducción al castellano sería Disparando en la esquina, título meramente descriptivo, sin pretensiones poéticas o metafóricas. Da a entender al verbo disparar en su conjugación como gerundio, es decir, como una acción que se está realizando. ¿Qué dispositivo dispara y qué dispara? En la sala se dispone un prototipo de cañón (hecho a partir de materiales de alto nivel tecnológico) que es cargado cada 15 minutos, para luego disparar balas de cera color rojo. El resultado: una esquina de la sala es encerada, los cilindros de cera roja se despliegan y amontonan debajo de una esquina, apropiándose de paredes y suelo, en un desmayo de los soportes tradicionales. Esta obra híbrida, que golpea la pared y mancha el suelo, ¿es pintura?; ¿escultura?; ¿instalación?; ¿en qué momento la obra se constituye como resultado?; ¿es ella el momento del disparo, o la acumulación y disposición de los “cuerpos en el espacio”? Más allá de los simbolismos que Kapoor5 le atribuye al cañón —hombre—, o a la esquina —mujer—, la materialidad misma del objeto (prototipo de cañón, balas de cera roja, la esquina, el encargado de apretar el gatillo) nos sitúa ante un determinado problema ontológico de la obra: que ella no “es” sino que “es siendo”.

 

III

¿Por qué el encuentro entre un cañón, balas de cera, una esquina de la sala y el operador del aparato se constituyen como arte? Al modo del “bricoleur” de Levis Strauss, el artista (en este caso Kapoor) “trabaja sobre la base de materiales preexistentes (signos, imágenes, estilos, técnicas) que reensambla en una nueva solución-creación6”. Mediante la manipulación de diferentes materiales, emplazados en una sala de exhibición tradicional (en este caso CorpArtes), Shooting into a corner, en su conjunto, se constituye como una pieza de arte-ocurrencia. Si separamos las partes que la conforman como tal, si omitimos el montaje y la interacción entre las partes, tanto la ocurrencia como la carga artística de los cuerpos dejan de existir. O si bien, hacemos el ejercicio imaginativo de ir repartiendo cañonazos fuera de un espacio institucionalizado de arte, recordamos que un prototipo de cañón sigue funcionando como un arma (¿qué diría Willy Thayer si un mentecato se pusiera a disparar balas de cera a través de un cañón hacia la Moneda?).

IV

Este simulado campo-sala de batalla, este espacio de disputa, no yace tendido, sino que erguido disfruta de su confort. Las ceras caen, la pared se mancha, la sala sigue en pie y Kapoor está listo para seguir montando por el mundo su obra ‘terrorista’ — obra que, más que infundir el terror al interior del arte contemporáneo, lo refuerza y consagra—. Dócilmente Shooting into a corner se inscribe en la política de nuestro nuevo oráculo de Delfos (¿Bienal de Venecia? ¿Pompidou? ¿Wall Street?): la mercancía, “aquel gran modelo de lo que es inmediato, de lo que circula, de lo que sucede, de lo que muere en cuanto aparece, lo que debe ser consumido y después debe desaparecer7”, ofertando su ontología a las leyes del mercado, obedeciendo a la oferta y la demanda, entregando su existencia retirándose. Al ser espejo del mercado, no es de extrañarse que esta obra ingrese por la puerta principal del cantón de reclutamiento del arte institucional —ese tipo de arte que sólo puede ser visto como arte dentro de un espacio consagratorio (galería, museo)8—, constituyéndose así como producto ejemplar de su propia temporalidad.

V

Si creemos que cada época tiene su propia manifestación artística, entonces también podemos creer que cada época tiene su propia máquina. Es por ello que la atemporalidad del cañón —emplazado en el corazón mismo de una obra de arte contemporáneo— nos pone ante un problema. Si bien es alterado, modificado por una serie de metodologías tecnológicas y científicas, mantiene su apariencia de arma antiquísima. Aunque ya expuse las modulaciones con las que Kapoor se hace para vaciar de cualquier carga violenta el dispositivo (la simulación, la teatralidad de la puesta en escena, el espacio tradicional, etc.), quizás éste aún mantiene encerrada una metáfora. Al ser una pieza de artillería propia de un pasado que se remonta a la Edad Media, su significante porta un lastre histórico abrumador. El cañón nos evoca un tiempo en donde la guerra era librada por hombres que luchaban por una razón más grande que su propia vida. Estas causas, palabra de ley en algún momento de la Historia, se van evaporando poco a poco hasta perderse en la neblina neoliberal.

VI

Después de la década de los ochenta, con la consolidación del capitalismo tardío mediante Helmut Kohl en Alemania, Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en EE.UU, la apertura de las fronteras soberanas de circulación económica se vuelve transnacional. Comienza una transición del concepto de soberanía nacional a la post-soberanía o soberanía absoluta del capital. Este proceso de liberación económica trae consigo el debilitamiento de las organizaciones sociales y económicas (principalmente los sindicatos) que formaron en la modernidad un crucial instrumento de demanda. Finalmente la caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin de la Unión Soviética, junto al comienzo de los períodos especiales en Cuba, genera las condiciones para que se constituya lo que se conoce como pensamiento único. Así, esa “sensación de final9” que nos advierte Frederic Jameson en El posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío, se manifiesta en la crisis que viven tanto las instituciones políticas (fin del Estado del Bienestar, fin del leninismo, etc.) como las expresiones artísticas (fin del expresionismo abstracto, últimas formas de representación en la novela, etc.) de la modernidad. Es entonces donde se anuncia la muerte del arte, del autor, del genio, de la originalidad, para dar paso a una posmodernidad que innova y mezcla estilos, modas y pautas culturales, en un ensanchamiento de los márgenes que delimitan lo que se considera arte o no.

VII

Considerando lo anteriormente elaborado, el prototipo de cañón en Shooting into a corner podría leerse como metonimia de sentido histórico injertado en un contexto (el mundo globalizado, CorpArtes) en donde las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía —lo que Fukuyama, inspirado en Hegel, denominó como el fin de la historia—. Esta lectura estipula que la obra se convierte en una proyección del discurso sobre que el “fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas10”. Dicho de otro modo, el placebo de violencia neutraliza una pieza que históricamente ha estado cargada de sentido, escindiendo y liberando una potencia creativa que pone en tensión los cánones tradicionales de la escultura y la pintura, en especial resonancia con la íntima relación que establece el escultor o el pintor con la materia. Sin embargo, aquella problemática que es puesta en juego, no llega a ser del todo temeraria, pues se queda en una reflexión en torno al medio, sin poner en tela de juicio la institucionalidad de éste, haciendo de Shooting into a corner una obra que no asusta sino que tan solo se piensa a ella misma.

 

 

Notas al pie

  1. N. del E. En relación a los tres autores mencionados antes el nombre de Hitler resulta aparentemente incompatible.  Al respecto, cabe destacar que el gesto del autor va más allá de la ironía excéntrica, en la medida de que la figura del dictador alemán tuvo repercusiones en el campo del arte. Además de su frustrada vocación artística, no resulta tan descabellado pensar en Hitler como curador, en relación a la muestra Entartete Kunst (Arte degenerado) que organizó junto a  Joseph Goebbels en 1937. La exposición consistió en  una satirización y demonización del arte moderno europeo, mediante lúdicas y radicales soluciones museográficas. De ese modo, el Arte degenerado operaba en oposición a los ideales estéticos del nazismo, fielmente representados en la pintura bucólica pastoril; en ese sentido la censura no solo puede ser entendida como omisión y prohibición, sino que también como propuesta (curatorial) de corte y selección. Ver: https://historia-arte.com/articulos/arte-degenerado
  2. El conjunto de obras que se rotulan bajo este nombre son las siguientes: “Void (1993), un cuadrado negro en el muro que crea la ilusión de vacío; Shooting into the corner (2008-2009); Svayambhu (2007), un gran bloque de cera roja rectangular que avanza y retrocede a través de tres arcos; When I am pregnant (1992), un volumen blanco, redondo, que representa un vientre en estado de gestación y que emerge del interior de un muro blanco; Dragon (1992), ocho piedras caliza pintadas con un oscuro pigmento azul que refieren a la relación perceptual entre materia y superficie; y Non-Object (puerta) (2008), un paralelepípedo hecho con espejos que representa una de las últimas propuestas del artista: la escultura como un no-objeto. Además, se presentan un experimento virtual llamado Into MySelf Fall (2018), correspondiente a una película 3D que invita a un viaje por el interior de un cuerpo, y la obra Organ (2012-2019), un site-specific realizado especialmente para Chile”. Marcela Ilabaca Zamorano. “ANISH KAPOOR: ‘EL VACÍO ES LA INMATERIALIDAD. ES, FINALMENTE, UNA RELACIÓN CON DIOS’”,  Artishock http://artishockrevista.com/2019/06/06/anish-kapoor-corpartes-chile-surge/ (consultada el  20 de agosto de 2019).
  3. Alain Badiou usa esta expresión para referirse a un arte que responde al modelo del tesoro: una pieza que escondemos, que contemplamos, que poseemos como objeto invaluable.
  4. Para revisar algunos registros audiovisuales de la obra, se puede acceder al siguiente enlace de la página del artista: http://anishkapoor.com/583/shooting-into-the-corners
  5. “Lo que siempre abordo es la relación hombre-mujer. El origen de la arquitectura es la esquina…hay una cita a Duchamp con la esquina y la representación de lo femenino. El cañón, que es el hombre, dispara sangre… primero está la tierra, segundo la leche y tercero la sangre… todos somos contenedores de sangre; no se trata de la sangre derramada, sino del cuerpo invertido. El cuerpo como una pregunta inevitable para el arte… Pollock vierte la pintura que no es más que sangre… toda la pintura es sangre”. En: Anish Kapoor: “El vacío es la inmaterialidad. Es, finalmente, una relación con Dios”. Ver: Marcela Ilabaca Zamorano. “ANISH KAPOOR: ‘EL VACÍO ES LA INMATERIALIDAD. ES, FINALMENTE, UNA RELACIÓN CON DIOS’”,  Artishock http://artishockrevista.com/2019/06/06/anish-kapoor-corpartes-chile-surge/ (consultada el  20 de agosto de 2019).
  6. Nelly Richard. “Las coordenadas de producción crítica que sitúan mi trabajo”, Aisthesis 21 (1988): 25-26.
  7. Alain Badiou. “Las condiciones del arte contemporáneo”, [esferapública], https://esferapublica.org/nfblog/las-condiciones-del-arte-contemporaneo/ (consultada el 20 de agosto de 2019).
  8. Esta idea se refuerza cuando recordamos que un disparo del Shooting… fuera del museo o galería podría ser considerado un acto terrorista antes que una acción de arte.
  9. Frederic Jameson. “El posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío” en Ensayos sobre el posmodernismo, comp. Horacio Tarcus (Buenos Aires: Imago Mundi, 1991), 15.
  10. Francis Fukuyama. El fin de la historia y el último hombre, Buenos Aires: Planeta, 1992, p.124.

Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile, actualmente tesista de la Licenciatura en Estética de la misma casa de estudios. Ha participado como expositor en el primer coloquio de estudiantes de Estética y en una charla sobre la Historia de la belleza junto a José Maza en la Clínica Indisa. Se ha desempeñado en repetidas ocasiones de ayudante de cátedra en los cursos Cine Latinoamericano y Contemporáneo, y Estética Clásica. Sus principales inquietudes giran en torno a la crítica y la Historia del Arte.
Asimismo, su interés por el cine lo ha llevado a participar en la Residencia Móvil PUC La Tirana 2019, desarrollando un cortometraje documental en donde busca dar a entender un entramado sistema de creencias populares.

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