La letra muda, la letra que no suena, que es silenciosa, y está en Lonquén

“Sabíamos que no eran nuestros compañeros los que allí estaban.
Sabíamos que no eran nuestros camaradas los que allí estaban,
pero sabíamos que eran nuestros hermanos”

Lonquén, Sol y LLuvia, 1985

 

Invitación a lanzamiento del casette Canto + Vida. Sol y Lluvia

El 7 de octubre de 1973, a días del golpe de Estado, la policía de carabineros detuvo a quince campesinos y obreros en la localidad de Isla de Maipo, cuyas edades oscilaban entre 17 y 51 años de edad. Ese día fue la última vez que sus familiares los vieron con vida. Sus nombres pasaron a formar parte de una larga lista de desaparecidos que la dictadura fue acrecentando sistemáticamente año tras año. Tanto los medios de comunicación como los comunicados oficiales del gobierno de Pinochet constantemente pusieron en duda las denuncias presentadas por los familiares y las organizaciones de Derechos Humanos, cuestionando la veracidad de las detenciones y desapariciones alegadas.

Casi a 24 kilómetros de la tenencia de Isla de Maipo, específicamente en Lonquén, el 30 de noviembre de 1978, se encontraron los cuerpos de Sergio Maureira Lillo y sus cuatro hijos: Rodolfo Antonio, Sergio Miguel, Segundo Armando y José Manuel; además de Oscar Hernández Flores y sus hermanos Carlos y Nelson; también de Enrique Astudillo Álvarez y sus dos hijos Omar y Ramón. Asimismo, se hallaron los cuerpos de los jóvenes Miguel Brant, Iván Ordóñez, José Herrera y Manuel Navarro, dentro de dos antiguas chimeneas de hornos de cal (óxido de calcio).

Después de varios años de búsqueda, los cuerpos ausentes de aquellos Detenidos Desaparecidos finalmente se materializaron, permitiendo que los escabrosos hechos ocurridos durante la dictadura tomaran forma tangible y real.

Fotografía de los Hornos de Lonquén, 1978 Manuel Cabieses Donoso

Revista Punto Final quemada por militares

Esta fotografía es una de las imágenes más distante de los hornos de Lonquén. Apenas, a su costado derecho, se perciben los dos arcos que encierran un negro profundo, sin detalles, de ambos hornos. Fue tomada por Manuel Cabieses Donoso (1933-), co-fundador de la revista Punto Final (1965) y miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), militancia que lo llevó a su detención y paso por el Estadio Nacional, Chacabuco, Puchuncaví y Tres Álamos, debiendo salir a exilio en septiembre de 1973. En el mismo año de este hallazgo, se inició la Operación Retorno, instancia que trajo de vuelta a Manuel y consigo, esta imagen.

1978 se tornó un año significativo para la concientización de las distintas violaciones a los Derechos Humanos que se estaban llevando a cabo por el régimen de Pinochet. Luego del hallazgo de los cuerpos en Lonquén no cabía duda sobre las distintas acciones sistemáticas que se estaban llevando a cabo para apresar y desaparecer a adherentes de los partidos, agrupaciones o movimientos de la Unidad Popular.

Cal-cal viva, Cal-cal-viva, Cal viva “Lonquén”, Muertos en Lonquén, 1978 Roser Bru

Quizá este significativo hecho fue el que llevó a la artista Roser Bru a desarrollar una de sus obras más directa y políticamente comprometida con el contexto chileno.
Un lienzo, clavado sobre madera desde todos sus extremos aloja la fotografía de nueve sujetos, sobre ellos, una capa translúcida de pintura blanca los vela y recubre, para luego tacharlos con una pincelada roja. Abajo de esta imagen, y también tachada de rojo aparece “cal / C. viva” y abajo de esto, en un papel encapsulado por un material translúcido, señala: “cal. Óxido de calcio, sustancia blanca cáustica y alcalina, que en contacto con el agua se hidrata con desprendimiento del color // “apagada o muerta” Cal hidratada // “hidráulica” mezcla calcinada de caliza, silicatos y aluminatos, que se endurece con el contacto del agua. cal viva”. Finalmente, abajo de esto, y como epígrafe, aparece “Lonquén 1978”.

Mientras escribía este texto, tenía sobre mi pecho a Gabriel (6 años), quien está aprendiendo a leer. De todas las palabras aquí escritas, me dijo que estaba repitiendo especialmente una de ellas, una que usaba la letra muda, la letra que no suena, que es silenciosa. Horno.

Palabras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos a los Mártires de Lonquén.  Archivo Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

El 14 de septiembre de 1979, la agrupación de familiares de detenidos desaparecidos emite un comunicado para rendir homenaje y enterrar a los mártires de Lonquén y dentro de éste, al igual que Gabriel, reparan en el silencio, diciendo:

“Quisieron que ustedes no vivieran, que no tuvieran nombre, que no existiera ni un lugar donde dejarles una flor, ni dónde recordarlos.
Y sin embargo, aquí estamos, con ustedes.
¿Pero por qué hemos venido aquí en silencio?
¿Por qué quisiéramos, después de despedirnos, retirarnos sin más palabras, sin gritos, sólo con el silencio?
La respuesta es muy simple:
Necesitamos el silencio, porque queremos que hasta aquí, el corazón de Chile, de la Patria, llegue la voz de la tierra de Isla de Maipo, y nos recuerde como ustedes la hicieron vivir y producir.
Porque queremos que los campos de Isla de Maipo hagan oír su voz, y nos digan cómo fue planeado y ordenado este crimen.
Porque queremos que el polvo del camino que sube hacia las minas nos cuente cómo fueron sus últimos minutos.
Porque queremos que los espinos de los montes nos señalen a aquellos que se creyeron con derecho a quitarles la vida, trabajadores y jóvenes asesinados.
Porque queremos que las bocas de los Hornos de Lonquén griten, por la justicia y el derecho, por la vida, la libertad y la paz”.

Santiago, 23 de agosto 2023

 

 DOCUMENTOS SELECCIONADOS: 

  1. Invitación a lanzamiento del casette Canto + Vida. Sol y Lluvia. Ver documento 
  2. Fotografía de los Hornos de Lonquén, 1978 Manuel Cabieses Donoso. Ver documento 
  3. Revista Punto Final quemada por militares. Ver documento 
  4. Lonquén 1978, 1978 Roser Bru. Ver documento
  5. Palabras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos a los Mártires de Lonquén.  Archivo Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Ver documento

Sebastián Valenzuela-Valdivia (Santiago, 1990) Investigador y curador/editor de arte contemporáneo con Magíster en Teoría e historia del Arte (U. de Chile). Actualmente es Investigador de Digital Archive Project at International Center for the Arts of the Americas at the Museum of Fine Arts, Houston; encargado del acceso y difusión del Archivo del Museo de la Solidaridad de Salvador Allende, Desarrollador del Archivo Ronald Kay y Director del proyecto ÉCFRASIS y de la Revista ÉCFRASIS: Estudios Críticos de Arte Contemporáneo.
Sus investigaciones y curatorías abordan principalmente estudios de recepción de imagen a través de archivos, performance mediadas y prácticas curatoriales. Ha sido beneficiado en nueve ocasiones con fondos concursables o becas, de los cuales ha realizado proyectos de investigación y edición de publicaciones.
Es autor de "Corpusgraphesis; Investigaciones del lenguaje a través del cuerpo de artistas" (ÉCFRASIS, 2013), "Mediaciones del cuerpo a través del archivo; foto, video y libro performance en Chile [1973-1990]" (Metales Pesados, 2020); a editado "VI Concurso de Ensayo sobre Artes Visuales" (LOM, 2018) y "Plástica Neovanguardista: antecedentes y contexto" (ÉCFRASIS, 2018); y ha participado en proyectos editoriales como "Una revisión al fotolibro chileno" (Fundación SudFotográfica, 2019) y "Glosario de Arte Chileno Contemporáneo" (CNAC, 2019).

Comentar el texto