Escrituras que movilizan
“y sin embargo, se mueve”
Galileo Galilei
Las escrituras del activismo de la disidencia sexual, unas escrituras experimentales y multiformes, anarco-barrocas, mediadas entre la política, la poesía y la biografía, más cercanas al palimpsesto que al ensayo académico, de una tecno-erótica explícita y sin domicilio disciplinario, han insistido sistemáticamente en una misma pregunta: cuál es el lugar que habitamos y qué implica ese contexto en nuestras resistencias. Dicho de otra manera, la pregunta a la que damos vuelta y vuelta es siempre por el “aquí”, por dónde está ese “aquí” que nos constituye como mestizos. Un “aquí” donde sobrevivir, donde tengamos una posibilidad. Un “aquí” puede significar establecer un vínculo, una palabra o un espacio donde existir. Es importante explicitar que esta interrogante sobre el territorio es tal vez una de las discusiones que el feminismo contemporáneo ha propuesto intensamente, al agenciar una epistemología que entiende que toda forma de investigación o posibilidad de conocimiento parte siempre como el trabajo de una subjetividad propia hecha de signos culturales que las implican. Sin neutralidad, sin una sola naturaleza objetiva. valeria flores, escritora y maestra argentina, lesbiana-masculina y prosexo, deslenguada en la escritura y militante con la poesía se involucra una vez más en este libro “Tropismos de la disidencia” con aquella sutil orfebrería del lenguaje que el feminismo ha sabido hacer suyo como signo vital. Escribir es así un signo vital.
“Tropismos de la disidencia” es un libro que transita sin descaro entre la prosa poética, el archivo de experiencias de una profesora lesbiana del sur de argentina y el manifiesto de un “yo” abatido que no se cansa de preguntar por el lugar que habita. En este libro, valeria convive entre fragmentos de mapas y lugares rasgados por lenguajes barrocos para manifestar sus dudas sobre lo que sería tener un lugar, mejor dicho: un “aquí”. Este libro profundiza en dos de los más importantes debates en los que se desafían las políticas feministas y de disidencia sexual en esta orilla sureada al fin del mundo: 1)la importancia de la escritura como tecnología política para la militancia sexual, y 2)las violencias de la heterosexualidad obligatoria en la sala de clases. Porque son dos los movimientos o “tropismos” que valeria flores establece como “ficciones” explicitando así el carácter inventivo de lo que llamamos realidad. “Ficciones poético-políticas feministas y de la disidencia sexual” y “Ficciones pedagógicas de desheterosexualización” son los dos capítulos que contiene este libro. Pienso en el dos y en la ficción, en el dos de la diferencia sexual, en el dos del binario naturaleza/cultura, en el dos de las ciencias y las humanidades, de la sociedad y la naturaleza, en el dos como palabra código de una ficción que el feminismo de valeria flores pone siempre en crisis. Porque una ficción no es una concepción de lo falso, sino más bien una posibilidad de traducir ese “real” para descalzarlo y así agenciar mundos posibles e inapropiables donde se desplieguen oposiciones, ironías y críticas al sistema imperante de la sexualidad con acciones que ponen en duda lo que conocemos como naturaleza sexual o éxito reproductivo. Es entonces ese espacio del pensar la ficción, el que ella se toma sin permiso como ante ya lo había hecho con la cita comprometida y situada que leímos en “Deslenguada, desbordes de una proletaria del lenguaje” (ediciones ají de pollo, 2010), el ojo bizco de las infancias disidentes en “Chonguitas, masculinidades de niñas” (editorial La Mondonga Dark, 2013) o las pedagogías críticas de sus “Interruqciones” (editorial La Mondonga Dark, 2013).
valeria flores nos habla en este nuevo libro de los “tropismos” que son los movimientos vitales con los cuales los animales y las plantas, los hongos y las bacterias, hacen actuar a sus bombas fotosintéticas y anillos resonantes para la producción de energía vital. Los “tropismos” en el lenguaje de la ciencia, son un complejo y fino programa que va desde lo celular (los remodelamientos del cito-esqueleto y la activación de sus vías de señalización asociadas), pasando por la fisiología de sus propios sistemas (los movimientos intestinales como el peristaltismo), hasta la incorporación de las fuerzas externas que permiten su realización (la rigidez de los componentes de la matriz extracelular de cada ambiente celular). Así, estos tropismos de la disidencia sexual incorporan tanto las discusiones propias del activismo, sus políticas y antagonismos, como también hacen parte de los mecanismos externos de la macro-política para ejercer su posición crítica.
Recuerdo una muy cruda narración autobiográfica que hace Gabriela Mistral, otra gran maestra, escritora y tortillera masculina, que al igual que valeria flores en este libro se enfoca en los dolores, vergüenzas y violencias que soportó en su vida de profesora rural del valle del elqui. Mistral nos cuenta cómo fue injustamente acusada de ladrona por mucho tiempo a causa de un desafortunado episodio: “Aunque ya era la tarde, caí en la plaza de Vicuña, la linda plaza con su toldo de rosas y de multiflor, era todavía primavera, allí me recibieron con una lluvia de insultos y de piedras diciéndome que nunca más irían por la calle con la ladrona. Esta tragedia ridícula hizo tal daño en mí como yo no sabría decirlo” 1. ¿Por qué darle importancia a ese momento de dolor y falso acusamiento en un momento de su vida post-nobel, habiendo sido parte de la reforma educacional de México, llegando a Chile luego de fundar un colegio con su nombre?, ¿por qué recodar este hecho cuando le piden una autobiografía?. La vida de las mujeres y los disidentes sexuales está siempre esculpida de dolores e injusticias. valeria flores en “Tropismos de la disidencia” vuelve a las dolorosas experiencias que implanta el perverso sistema educativo-disciplinario, no por un afán meramente denunciante, sino como un sistema al que poner en crisis. Este libro pone en evidencia los dolores y las violencias impuestas por los órdenes disciplinarios de una brillante maestra masculina que debe sobrellevar sus deseos errantes de la heterosexualidad obligatoria presentándonos las experiencias que estrechan la labor que desarrollan. En un ensayo de este libro ella transcribe algunas experiencias del dolor como esta: “En ese momento, la mamá de M.G me dice que está en desacuerdo sobre un comentario que hice en el aula en referencia a la sexualidad, más específicamente en relación a la homosexualidad. El papá la interrumpe, se levanta de la silla y se acerca a la ronda, le pido que deje terminar de hablar a la mamá. Él sigue hablando y en varias oportunidades me dice: “usted se pasó del la raya con lo que le dijo”… Ya casi finalizando la reunión este hombre se levantó y me dijo: “vos no te pasés de la raya, yo le voy a enseñar a mi hija qué es un hombre y una mujer”.
(Nota dirigida a la dirección de la escuela para informar de la primera reunión con madres y padres de alumnxs de 5° grado, 12 de mayo de 2009)” 2.
Y vuelvo a la importancia de la escritura. Descolonizarnos de la forma del poema y volverlo agónico, burlar la empresa fúnebre que algunos aún exigen al poema, es una de las necesidades básicas de la escritura disidente de valeria flores. Porque han sido las mujeres y las feministas con quienes hemos aprendido a tomarnos la palabra, a deformar la métrica, a desmontar la lengua del mandato y aún asi confiar en que la poesía nos salva la vida. Un poco de justicia ante esta realidad adormecida por el dolor, con sinapsis dopadas, esas unión entre las neuronas. La poesía es orgánica para nosotras, porque nos mantiene en cierto eje erguidas para continuar. El problema es que nos gusta contaminar los géneros y no vemos problema en que el poema entre en vértigo y pierda el conocimiento. Porque así como también dice la poeta Nadia Prado “el poema no deja de tener hambre”.
¿Cómo sobrevivir en un activismo en el que paradójicamente se considera menos importante o menos político el trabajo de la escritura disidente, especialmente en nuestros espacios no-metropolitanos? Y valeria en “Tropismos de la disidencia” contesta: “nuestra sobrevivencia es una urgencia que no puede ser jerarquizada o pospuesta en nombre de un interés superior o hablada en un monolingüismo totalizante que hace del saber académico una cita con la muerte diferida” 3