Sobre la ciudad, su evanescencia y la obra de Carolina Illanes
“Así suspendido, en la incapacidad de asirte a nada en concreto en el mundo, la noche podría parecerte larga. En efecto lo será. Será, sin embargo, una noche a salvo; pero tú no apreciaras esa protección. No la apreciarás hasta más tarde, una vez devuelto a la ciudad, una vez devuelto al día, una vez devuelto a mundo”
Michel Houellebecq
Observar la ciudad desde la ventana de un automóvil, se ha convertido en una experiencia insistentemente repetitiva. La monotonía del acero y el vidrio como revestimiento uniforme de las megalópolis tardo-modernas ha reemplazado progresivamente la plástica orgánica de las construcciones modernas de hasta mediados del siglo XX (como en su momento lo fueran los intentos de la Bauhaus, o Le Corbusier), haciendo de la urbe contemporánea el lugar en donde el fracaso del proyecto moderno acaba por confirmarse en sus propias posibilidades de inhabitabilidad. Incluyendo y excluyendo a individuos según su inadaptación a las dinámicas del mercado, integrando a unos y marginando a otros tantos. Con esto, las funciones simbólicas, informativas y de esparcimiento que en términos de Henri Lefebvre serían constitutivas de la ciudad, acaban por perderse dentro de la inestabilidad volitiva del mercado neoliberal que la determina.
La progresiva dinamización de los procesos de gentrificación, la bursatilización de los terrenos habitables, o en última instancia la demolición anónima de las viviendas ha reconfigurado visualmente la calle y modificado profundamente las maneras que teníamos de habitarla. En perspectiva puede observarse que la decantación de este proceso ha dejado huellas, tanto en el territorio como en sus habitantes, y eso es lo que Desde la calle no se ve la ciudad, obra de Carolina Illanes expuesta recientemente en la Sala Gráfica de la Galería Patricia Ready reflexiona. La blancura clínica de la obra —y del espacio en donde es dispuesta— da cuenta del desocultamiento y exposición sin sombras de un acontecimiento, es decir, de la revelación de una verdad. Si la oscuridad y la sombra se han encargado de significar lo que excede la sensibilidad, lo incognito. La obra de Illanes lo descubre a partir de la utilización misma del color, rehuyendo de cualquier velo que pudiese entorpecer en la emergencia de la huella.
La frase que da nombre a esta obra es tomada de un ensayo escrito por el filósofo chileno Sergio Rojas, publicado en 1998 con ocasión de la exposición )co-incidencias( realizada en Galería Gabriela Mistral. El escrito reflexiona sobre la ciudad y las transformaciones que esta ha tenido en relación con la calle, las que pueden entenderse en términos de Rojas a partir de que “la historia de la ciudad es la historia de cómo esta se fue perdiendo de vista” 1. Esta dinámica desarrollada por el crecimiento anti-cartesiano de las ciudades ha terminado por vaciar la fuerza política y cohesionadora que caracterizara a la calle, siendo esta una de las razones por la que cada vez que los movimientos sociales hacen ocupación de ella en la actualidad, sea entendido como la ocupación de un lugar que no les pertenece —o más bien, que ha dejado de pertenecerles—.Así, la calle como espacio que ha sido posibilitado por la ciudad es justamente en donde la ciudad ha terminado por perderse y desconocerse 2.
En una frase del texto curatorial que acompañaba a la obra de Illanes en la sala, se precisaba que “Desde la calle no se ve la ciudad es parte de una investigación en curso”. Es decir, por una parte, hace obra de la información devolviendo la ciudad a la maqueta, excluyendo de la obra los signos del tiempo, pero por otra, da por agotadas las discursividades visuales de la imagen. En ella fueron exhibidos a través de una video-instalación una serie de documentos y expedientes municipales —significados como huellas— que daban cuenta de un proyecto para la «futura» construcción de una vivienda, que paradójicamente hoy ya no existe. Este ejercicio hacía transitar al documento desde la función proyectiva y planificadora que significó en un primer momento, a una función vinculada más bien al testimonio, la memoria y el archivo. Sin embargo, esta resignificación de los documentos no tiene que ver con un traslado espacial del objeto, ni con una intervención material en ellos, sino que más bien con una profunda modificación de la realidad significante a la que originalmente referían.
La inestabilidad de la ciudad emerge en Desde la calle no se ve la ciudad en la utilización del papel como soporte principal, tal como lo ha venido haciendo en obras anteriores, como Sierra Bella (2011) y Bungalow (2015). En una de las paredes de la sala de exhibición, se encuentran enmarcados algunos de los documentos del expediente de construcción que testifican sobre el proyecto de vivienda: permisos, planos, certificados y formularios. Otra de las series, es la compuesta por —una vez más— los documentos, pero esta vez cortados y plegados, entregándole volumen en elevación al papel que, a su vez, remiten a las fachadas de las ahora inexistentes casas. La información desplegada por los documentos fue llevada al papel a través de la técnica de gofrado, haciendo que solamente pueda ser legible desde una distancia próxima a la obra. Así, dejando a un lado la mancha que significa la utilización de pigmentos, el gofrado alude a una imagen simulacral de la casa que ya habiendo sido ha sido demolida, solo puede ser vista en su condición de ausencia y desaparición.
Uno de los principios que movilizó a la figura del arquitecto moderno, fue el deseo por situarse como narrador omnisciente de la realidad, ser un dominador de los caminos y acontecimientos que tendrían lugar en la ciudad. Estas ensoñaciones desde donde el arquitecto esperaba controlar el texto de la ciudad han terminado por desarticularse de manera definitiva con la aparición de aplicaciones móviles de geolocalización, permitiendo al ciudadano común situarse en el lugar del observador omnisciente. A pesar de esto, lo que reproduce Google Maps no es a la calle, ni a la ciudad, tal como indicara el científico (y filósofo) polaco-estadounidense Alfred Korzybski «El mapa no es el territorio». En Google Maps Street View se observan calles, construcciones, edificios y monumentos, sin embargo, muchos de ellos ya no existen. El gofrado de algunas de las fachadas de viviendas que han desaparecido, son parte de otra de las series que componen la obra de Illanes. Definitivamente «El mapa no es el territorio».
Si para W. Benjamin el valor de la ciudad se encontraba en su capacidad de asombrar: “importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje” 3. Hoy se advierte que, ya habiendo sido suprimida la sorpresa, la relación entre el individuo y la ciudad se vuelve meramente utilitaria. Es decir, en la posibilidad de observar el mapa en su totalidad se encuentra a la vez, el corolario de la ciudad evanescente. El cuerpo del individuo ya no se extravía, lo que termina por perderse es la visión de la ciudad.
La emergencia de la heterotopía 4 —como resultado del fracaso del proyecto moderno— ha sido una de las consecuencias de la desnaturalización de la calle y la evanescencia de la ciudad, 5 el habitar se ha extrañado a tal punto que ha dejado de ser necesario en la ciudad. Aún así, el deseo acontece renegándose a ser cartografiado. Por eso no sería sensato realizar un gofrado en papel de quienes en algún momento habitaron los lugares a lo que Desde la calle no se ve la ciudad remite, ya que, si bien los modos de habitar se han modificado, los habitantes no han desaparecido, se han desplazado. Y a pesar de la evanescencia de la ciudad y los progresivos intentos por expulsar a los habitantes “la luz que ilumina los hogares se ve siempre desde afuera. La ciudad del deseo existe, ha existido siempre. Es la ciudad de las miradas y de las pequeñas historias que la tejen”. 6
Notas al pie
- Rojas, Sergio. )co-incidencias(. 1998.
- Ibid.
- Benjamin, Walter. Infancia en Berlín hacia 1900. Alfaguara. Madrid. 1982.
- lugar del otro
- A pesar de que en la actualidad la heterotopía se configure en función de la relación subjetiva que el individuo sostenga con determinados lugares
- Rojas, Sergio.)co-incidencias(. 1998.