Consolidar un lugar para el travestismo escénico
En la práctica de la investigación científica muchas veces para poder ver los fenómenos que nos interesa comprender se utiliza la estrategia de la saturación del sistema que vas a estudiar. Esto significa que para comprender la unión de dos moléculas o para saber si bajo ciertas condiciones una célula migra mas que la otra, por ejemplo, se tiene que aumentar mucho las concentraciones y si bajo estas condiciones las moléculas se unen o las células migran, esto indica que esta interacción podría estar sucediendo en el cuerpo. Exagerar o saturar nos sirve como estrategia para para ver lo que en otra escala está sucediendo. Así funciona en general la ciencia, pues el conocimiento se entiende como el reflejo de una saturación. Pero esta estrategia no es sólo de las ciencias biológicas ya que en las teorías contemporáneas del género—esas que comprendieron que tanto la masculinidad como la feminidad son construcciones culturales enmarcadas en un contexto biológico—la estrategia del exceso fue muy necesaria. La performance de lo femenino, de qué significa ser mujer en nuestra sociedad se ha reflexionado contemporáneamente en una lectura que hizo la teórica lesbiana Judith Butler de la exageración del vestuario, el maquillaje y los gestos de las drags queen en los bares gay. La saturación de una feminidad postiza nos permitió entender lo que significa ser una mujer, qué gestos y hábitos tiene que realizar para convertirse en una. La estrategia de la exageración de los roles de género también ha sido tomada por el teatro para que, a partir de la representación grotesca, podamos ser consientes de los vicios de una sociedad que segrega las diferencias.
La compañía de teatro La niña horrible, formada en la Universidad Arcis, en este su sexto montaje llamado “El amarillo sol de tus cabellos largos” fortalece un lugar de experimentación escénica para el travestismo. El trabajo que lleva la compañía llega con esta obra a la afirmación de un travestismo escénico que muy pocas veces hemos visto en los escenarios locales. La mayoría de sus delirantes montajes e historias previas utilizaban el travestismo como recurso teatral, es decir, veíamos a personajes travestidos que representaban diferentes roles sociales en la escena. En este nuevo montaje, la compañía recrea la historia de travestis, de una familia travesti que se refugia unida para sobrevivir a la violencia de una sociedad que no los acepta. A través de la historia de Alma, una travesti a la que su familia le arrebató su hijo por su estilo de vida, vemos las peripecias, burlas, mentiras, engaños e intrigas que tiene todo melodrama latinoamericano que esta compañía siempre pone en escena con un director, Javier Casanga, que bien sabe de la importancia de hacer memoria de una cultura homosexual y contracultural local en los escenarios. Hay que celebrar que en esta obra ninguno de los personajes es heterosexual. Esto, que casi podría parecer una anécdota inofensiva, en cuanto lo importante para un teatro político no es lo que representa, sino que la manera cómo se representa, es importante destacarlo. Todavía un beso lésbico en un escenario causa incomodidad. Este montaje permite ver, a través de la exageración, la violencia en las que vivimos los disidentes a las normas del género en general y las travestis en particular. Estas travestis aceptan su condición torcida a las normas del género y tratan de sobrevivir “pasando como mujeres” negando su identidad ante el acoso policial. Pienso que el color verde un tanto cadavérico que portan las travestis en escena hablan de ese color de la náusea y la vigilancia.
Las obras de La niña horrible siempre me recuerdan a Copi, el escritor “polimorfo perverso de las letras argentinas”, el dramaturgo que escribía en francés y publicaba en españa, quién nos apartó de las letras solemnes y heterosexuales de Borges y con exageración travesti llegó a afirmar: “Yo soy tan vanguardista que me agarré el sida primero que nadie”. En este montaje “el amarillo sol de tus cabellos largos” al igual que en las obras de Copi, están las viejas, las decrépitas, las gritonas, las copuchentas y cahuineras, las que arman escándalo, las que hablan mal, las lenguas víboras, las que aman a los jovencitos turgentes y bellos que nunca podrán saborear por la decrepitud de sus cuerpos, por la tragedia de sus historias y la exageración de sus fantasías. En esta obra las travestis se violentan y se aman, se besan, se desean, se palabrean, se gritan la vida. Todas usan “kinky boots” unas especies de botas con tacos agujas que como un homenaje nos recuerdan a las pasadas divas del espectáculo travesti nocturno.
Tengo amigas travestis a las que como en un Déjà vu vi sobre el escenario en este montaje. De hecho uno de los personajes, una travesti que quiere estúpidamente hacer clases en un colegio de monjas, me recordó a una amiga a la que siempre le he dicho que sería maravilloso que educara a los hijos de las generaciones que vienen, porque mi amiga, es travesti y profesora de historia. Siempre la he imaginado enseñando historia pero luego que iniciara su proceso de travestismo dejó la escuela y se compró un taxi con el que recorre la ciudad en una versión sudaca de almodóvar y se inventa historias sexuales con pasajeros que siempre terminan practicando sexo oral.
Luego de ver este montaje, uno se pregunta de dónde una dramaturga como Carla Zúñiga saca tantos imaginarios contrasexuales, palabras, expresiones, modos de hablar, para trascribirlos en un texto tan poético como violento. Cómo se introduce en estos imaginarios de sobrevivencia travesti. Y para tratar de dar una respuesta, vuelvo a la estrategia de la saturación y el exceso que es la que utilizan como una manera de comprometerse con el travestismo para interpelar a lo grotesco de las familias heterosexuales, porque esa es finalmente la apuesta de esta compañía: mostrar lo patética que es la heterosexualidad.
Temporada del 16 de noviembre al 7 de diciembre. Teatro Camilo Henríquez, Amunátegui 31.
Ficha Artística
Dramaturgia: Carla Zúñiga
Dirección: Javier Casanga
Asistencia de Dirección: Loreto Araya
Elenco: María Nelly Miranda, Bárbara Vera, ítalo Spotorno, Claudia Vargas, Ignacia Lizama, David Gaete, Alonso Arancibia, Paula Calderón, Javier Varas, Gerard Henry, Víctor Vergara
Diseño Escenográfico y Gráfico: Sebastián Escalona
Diseño de Vestuario: Elizabeth Pérez
Música: Alejandro Miranda
Técnico: Diego Rojas y José Miguel Carrera
Producción en Terreno: Catalina Latorre
Comunity Manager: Manuel Pacheco
Producción: Minga Producción Escénica
Co produce: Teatro Camilo Henriquez y Fundación Teatro a Mil