¿Qué es ciencia y cómo es percibida por la sociedad?

El presente texto de Mario Luxoro Mariani (Premio Nacional de Ciencias, y profesor emérito de la Universidad de Chile), corresponde a la transcripción literal de una conferencia dictada a principios de siglo en la Facultad de Medicina de la U. de Chile (el documento nos fue facilitado por su viuda, luego de la inquietud de uno de los editores1 de esta revista). Bajo la pregunta, resuelta afirmativamente –¿Qué es ciencia y cómo es percibida por la sociedad?–, Luxoro articula una reflexión retrospectiva, y “poco convencional” a las expectativas de lectura que se esperan de parte de un científico que obtuvo su doctorado en el MIT (1957).
De ese modo, remontándose a sus inicios como joven promesa local de las incipientes Ciencias –en los cuales fue recomendado por destacadas figuras de su campo, con el propósito de formarse en Estados Unidos para poder regresar a Chile, y así dedicarse al fomento e inauguración de la disciplina con el propósito2 de revertir el subdesarrollo del país–, el autor nos invita a reflexionar sobre los límites y posibilidades de la Ciencia, en un contexto histórico que la ha agotado en cuanto manera de aproximación al mundo, al mismo tiempo que ha naturalizado su uso hacia otras esferas inicialmente ajenas a su campo de origen.

 

Antes de empezar3, mis agradecimientos por haberme invitado a conversar con Uds. Soy un Ingeniero Civil Químico que por su fascinación con la Química Orgánica decidió dedicarse a la Bioquímica. Eso me llevó a la Escuela de Medicina en donde, en segundo año me superfasciné con la fisiología. Al finalizar ese curso, los Drs. Holmgren, Middleton y Talesnik propusieron al Director del Instituto, Dr. Francisco Hoffmann que me consiguiera una beca para que me fuera a los EEUU a perfeccionarme en biofísica, una rama importante de la Fisiología.

El Prof. Hoffman cumplió con su cometido y al finalizar el tercer año de Medicina me fui al MIT con una beca Rockefeller, lo que me permitió doctorarme en Fisiología al cabo de cuatro años. Podrán imaginar, yo me siento en deuda con la Facultad de Medicina. Por lo relatado y porque en múltiples ocasiones he sentido su respaldo, entre otras, el haberme postulado para el Premio Nacional de Ciencias. Por lo tanto, comprenderán lo feliz que me siento en una Facultad de Ciencias de la Salud.

Para esta ocasión, he diseñado una presentación poco convencional (afortunadamente ese es un signo de toda mi vida). El propósito fundamental de esta charla será que nos divirtamos tanto Uds. Como yo. La  Ciencia4 será el tema central. Habrá sin embargo una miscelánea de sub-temas, por lo cual les pido excusas si no logro hilvanarlos bien y entretenerlos.

Habrá algo de filosofía de la ciencia, de ciencia y de otro tema que nada tiene que ver con la Ciencia pero que, a lo menos es tan trascendental como ella. El propósito de este último será introducir de tiempo en tiempo una especie de pausa o relajo respecto a nuestra presentación central.

 Una de las dificultades de la ciencia moderna es el inmenso prestigio alcanzado por su accionar en los últimos tiempos. Si alguna actividad humana pretende abordar sus problemas con seriedad, reclama para sí el atributo de “Ciencia”. Así se habla de “Ciencias Sociales”, Ciencias Políticas, “Ciencias Musicales”, “Ciencias de la Comunicación”, “Ciencia Cristiana”, “Ciencias de la Pedagogía” y muchas otras. Cierta inquietud producida en el mundo de la Ciencia, tal vez por estimarse que se usa indebidamente el concepto y también por su contraparte, el mundo de otro tipo de actividades, terminó por generar la idea de las “Ciencias Duras”. Estas últimas serían aquellas que expresan con precisión casi matemática sus ideas, muchas veces, con una formulación exactamente matemática.

Leonardo da Vinci. El Hombre de Vitruvio, Siglo XV.

Lo curioso es que si se hace necesario llamar “Duras” a algunas Ciencias, obviamente habría otras que no lo son. El hecho es que a éstas  les aplicamos la definición rigurosa de Margenau, Popper y otros no serían Ciencias. Según el difunto Margenau, ex profesor de Física y de Filosofía de las Ciencias de la Universidad de Yale, el problema data de la edad media en donde la cultura de carácter exclusivamente escolástico estaba confinada a los monasterios y a algunos nobles eruditos que miraban en menos a quienes trabajaban con las manos. Víctima de esa actitud fue nada menos que el gran Leonardo quien se ocupó de asuntos tan vulgares como diseñar un instrumento para bombardear  el interior de los castillos (el actual “mortero”), de construir sistemas de regadío, de cómo volaban los pájaros, de cómo construir una bicicleta y muchos otros asuntos, entre ellos, pintar. También fueron víctimas de esa actitud la mayoría de los arquitectos que planearon las maravillosas catedrales que hoy admiran en Europa los turistas de todo el orbe, y cuyos nombres la historia ha dejado en el olvido.

Continuamos con Margenau, ahora las actitudes se han invertido; son simplemente los que se han ocupado de entender la electricidad, los átomos, los mecanismos de la herencia y de la enfermedad, la radioactividad, los que han inventado la electrónica, los computadores, los aviones, etc., etc., quienes, por el tremendo impacto que ha tenido su quehacer en el desarrollo de la sociedad, son ahora los respetados, imitados y envidiados.

¡¡¡Nada más absurdo!!! La cultura tiene diversas manifestaciones, todas ellas respetables e imprescindibles para un desarrollo armónico de la sociedad. Bach, Vivaldi, Beethoven, Brahms, Debussy, Ravel, Stravinsky, Prokofiev, el Giotto, Boticelli, Durero, Brueghel, Caravaggio, Rembrandt, Rubens, Poussin, Ingres, Delacroix, Monet, Gaugin, van Gogh, Rivera, Orozco, Siqueiros, Tamayo, Lamm, Portinari, Guayasamín, Picasso, Dalí, Miró, Matta, Pollock, Klee, Kandinsky, Malevich, Buonarotti, Rodin, Moore, Giacometti, Mayol, Alighieri, Cervantes, Shakespeare, Víctor Hugo, Anatol France, Poe, Tolstoi, Dostoievski, Pirandello, Sartre, Shaw, Joyce, Gibbon, Wells, Toynbe, Russel, Gandhi, Deledda, Carpentier, Guillén, Huidobro, Mistral, Asturias, Neruda, García Márquez, Cortázar, Borges, Saramago, el cura Hurtado… ¡y tantos otros5! (Maitani, Pisani, Brunelleschi, Alberti, Levou, Mausart, Carlo Barry) ¡Y tantas áreas de la cultura que he omitido!

Permítaseme nombrar a uno más: Giordano Bruno (1548-1600), cuya máxima contribución fue morir en la hoguera, a pesar que se le ofreció el perdón con la condición que renegara de su manera de pensar. Su dramática demostración de que para algunos hombres superiores la libertad de pensar es un don más apreciado que la propia vida, aún si esta se pierde por medio de una horrorosa tortura, permanece en la historia como un ejemplo notable de integridad. La perdición de Giordano Bruno fue aceptar la tesis de Copérnico de que era la tierra que giraba en torno al soy y no viceversa. Ninguno de los nombrados fue científico y sin embargo concitan mis más calurosos respetos y una sensación tremenda de deuda por lo que nos han legado: Me han alegrado la vida, me han hecho mejor hombre, me enseñaron a sentir y a emocionare hasta las lágrimas.

Para lograr tal impacto ninguno necesitó ser científico. Bastaba y sobraba con que fueran ellos mismos. Uno debe hacer  lo que hace con orgullo, porque sabe que lo está haciendo bien y entonces no necesita vestirse con ropaje ajeno. Preguntan torpes que ocurren ocasionalmente entre los jóvenes como ¿qué es un médico o un profesor primario? Debieran tener como única respuesta que es mucho, muchísimo más, aquel que hace lo suyo con más pasión, amor y calidad independientemente del oficio.

Una de mis cuatro hijas es médico; su oficio y su persona me provocan un profundo respeto y una gran admiración, del mismo modo que sus tres  hermanas (mis queridas hijas) y su hermano menor (mi querido hijo): No debido a sus opciones de vida profesional en específico, si no que por la pasión y responsabilidad con la que ejercen sus diferentes modos de vida, atributos de los cuales me jacto que transversalmente toda mi familia (nietas y nietos incluidos), cumplen transversalmente en sus distintas actividades.

Antes de definir que es la Ciencia para un “científico duro”, aclararemos lo que no es ciencia. En algunos diccionarios escritos por eruditos que nunca han tenido un contacto real con la Ciencia se dice que “ciencia es un conjunto de verdades relacionadas con una disciplina dada, que estén debidamente jerarquizadas, ordenadas y clasificadas”. El meollo del asunto no está ni en las verdades, ni en el orden, ni en la jerarquía, ni en la clasificación. El meollo está en la forma como se obtienen esas verdades y en el significado que se les da. La definición de ciencia empezó a acuñarse con los pensamientos de Roger Bacon en el siglo 13.

Bacon era un monje franciscano inglés con intereses filosóficos y científicos. Por estudiar a Aristóteles fue condenado a prisión en donde murió al cabo de algunos años. Su mayor contribución fue plantear que la verdad respecto a los fenómenos naturales, no se podía lograr por el mero hecho de razonar (como intentaban los escolásticos seguidores de Aristóteles); era también necesario observar los fenómenos. Por lo anterior, algunos lo consideran el fundador de la Ciencia actual. Con la incorporación de gigantes de la talla de Copérnico (1473-1543), Galileo (1564-1642) y Newton (1642-1727), la ciencia se fue estructurando tal como la percibimos hoy en día.

Curiosamente la Enciclopedia Británica plantea que un científico actual no tendría dificultades para conversar con uno de 1650, sólo podría con unos pocos de 1600, con un puñado de 1550 y muy difícilmente con alguno de 1500. Según Poincaré en su obra Ciencia e Hipótesis escrita en el siglo 19, tampoco se puede encontrar la verdad con sólo observar o experimentar. Planteaba que un buen experimento debe permitir generalizaciones y éstas, a su vez, predicciones de fenómenos desconocidos.

Así llegamos a la concepción moderna de la Ciencia, aceptada por todos quienes trabajan en las “ciencias Duras”: Esta definición es simple: Ciencia es un conjunto de verdades obtenidas y calificadas por medio del “método científico”. Obviamente para completar la definición es imprescindible señalar que entendemos por “método científico”. Ahora entraremos en el meollo del tema.

 

 

Si bien la definición de Ciencia únicamente corresponde a la discusión precedente, también es verdad que hay atributos que le son característicos aunque no la definen.

 

  1. La verdad científica no es categórica. Tiene el valor del análisis que se hizo para llegar a ella y, muy especialmente, de la calidad con que los experimentos reproducen a las predicciones emanadas de las teorías. Popper plantea que cien o más predicciones no son suficientes para lograr una certeza total y que basta sólo con una contradicción entre resultados y teoría para que ésta tenga que modificarse; tal es la rigurosidad de la Ciencia. De manera que, según Feynman, lo que hoy en día llamamos “conocimiento científico” es un cuerpo de afirmaciones de variados grados de incertidumbre. Algunas de ellas son más inseguras; otras, casi seguras. Pero ninguna con certidumbre total. Repito, Ninguna con certidumbre total. Paradojalmente, el lego, cuando quiere implicar que alguna verdad es absoluta, alude a que se obtuvo “científicamente”. En esta humildad de reconocer que nuestras verdades no son absolutas ni ciertamente definitivas reside el verdadero valor de la Ciencia. El rigor que se pone tanto en obtener estas verdades como en aceptarlas hace de ellas, según quien les habla, las mejores a las cuales se tiene acceso. Según Feynman, cada verdad científica permite un resquicio de duda de variable dimensión que, a su vez, se transforma en un núcleo en torno al cual se generan nuevas preguntas y nuevas respuestas, vale decir, el progreso.

 Lo anterior tiene incluso incidencia en la ética política: Un dictador asesino y quienes lo apoyan, hacen lo que hacen no porque sean unos malvados, sino porque creen que sus concepciones políticas son perfectas, incuestionables, salvadoras de la humanidad y por lo tanto quienes se oponen “deben” ser destruidos. Para ellos el crimen en función de su ideal es un imperativo ético. Por otra parte, quienes creen que la “mejor verdad” es transitoria, susceptible de mejoras, no podrán sentir respaldo moral para eliminar a quienes profesan otras creencias. Obviamente, las presuntas “buenas intenciones” no eximen a las personas de sus responsabilidades.

A propósito de ética, tengo que hacer un alcance delicado que intentaré realizar con todo respeto y amor que me inspira la conducta de personajes como el padre Hurtado, los arzobispos Caro y Silva Henríquez, los sacerdotes Aldunate y Santis, y los franceses que, proviniendo de familias acomodadas, se han venido a Chile a trabajar en poblaciones marginales para ayudar al prójimo necesitado y muchos otros por el estilo.

Seré respetuoso pero claro y honesto con lo que son mis verdades y mis dudas. Hoy en día, los herederos intelectuales de los jueces de Giordano Bruno afirman sin asomos de duda “La vida nace en el momento de la concepción”. ¿Alguien cree que se fusionan dos células muertas para dar origen a una viva? Para nosotros los biólogos, la vida es un continuo desde el momento que se generó la primera célula. Debo reconocer, sin embargo, que lo oficial no es lo que se dice en un lenguaje tan simple. Lo oficial es que sería la vida humana la que se originaría con el zigoto.

Para muchos a quienes nos cuesta pensar que una simple célula pueda ser equivalente a un ser humano, Su Santidad (lo he escuchado personalmente), nos ha explicado que lo esencial del asunto es que esa célula (el zigoto) tiene potencialidades, que no es un ser humano pero que llegará a serlo. ¿Acaso no sabemos hoy en día que de cualquier célula de un individuo es posible crear un clon? Tan sólo hay dificultades de carácter técnico, no teórico y, por lo tanto, toda célula humana tiene potencialidades. De acuerdo con mi discusión y los planteamientos de Su Santidad, se podría pensar que enfrentados ante cualquier cirugía, por menor que esta fuese, estaríamos destruyendo células y, por lo tanto, abortando. Créanme, no estoy abogando por el aborto6. Los estoy invitando a pensar con lo cual, tal vez puedan a cercarse a las inmensas dudas que me agobian. Lo que pretendo señalar es que la discusión sobre el particular se lleva con prejuicios, con fanatismo y de manera profundamente anticientífica.

 

2- La hipótesis que una vez sometida a pruebas se debería transformar en “verdad científica” debe ser expresada con la más alta precisión. De ser vaga su postulación, se presta para que cualquier resultado experimental pueda ser acomodado para coincidir con la predicción. Pasando a llevar, en los hechos y de manera solapada, al test convencional.

 

3- El propósito de la Ciencia es entender y no describir. Por cierto que, a veces, las descripciones no sólo son necesarias sino que imprescindibles. Pero el solo hecho de describir no solo se constituye en el acto de hacer ciencia.

 

4- El uso de instrumentos sofisticados, a veces necesarios e imprescindibles en ciertas ramas de la Ciencia, no constituye por sí sólo un acto de Ciencia.

Recordemos que el fundador de la genética usaba como instrumento tan sólo una pala7. En cambio el lego piensa que algo es científico si las mediciones relacionadas se han efectuado con instrumentos de alta complejidad.

 

5- El lego tiende a confundir la Ciencia con las aplicaciones de sus verdades, lo que es, simplemente, tecnología.

 

6- El tema de estudio tampoco garantiza que se esté haciendo Ciencia. Esta sólo aparece si las preguntas que se hacen se pretenden responder mediante el método científico.

 

7- Finalmente, es absurdo plantear si alguna disciplina es o no una Ciencia. La respuesta depende de cómo de desarrolle esa actividad. Si algunos en su hacer, sólo aplican los conceptos obtenidos por la Ciencia, por muy sofisticados que ellos sean, estarán realizando una tecnología de avanzada; en cambio si con esos conocimientos están respondiendo preguntas mediante el método científico, estarán haciendo Ciencia.

 

 

Termino aclarando el engaño al cual hice referencia al mostrarles las reproducciones del Durero: Carácter del renacimiento alemán y del italiano. Prejuicios de quien escoge en el arte y, obviamente en la ciencia. Estudio, por medio del Microscopio Electrónico, del efecto de los cambios eléctricos.

Finalmente, ni siquiera los gustos o las percepciones son permanentes. Un conocido pintor nacido en Rusia de artistas (músicos) estudió leyes, fue profesor de derecho en la Universidad de Moscú y desencantado con su oficio se fue a Austria en donde se mezcló con intelectuales y artistas. En 1898 asistió a París a una exposición de pintores impresionistas a quienes criticó duramente por su “falta de interés en representar a la realidad tal como es”. Se cuenta que frente a un cuadro e Monet (parva de heno) habría dicho que si no hubiese tenido a mano el catálogo de la exposición no se habría dado cuenta de qué se trataba. El pintor de marras, Vasili Kandinsky, veinte años después pintó el cuadro con el cual concluyo y se transformó en el líder indiscutido del arte abstracto.

Para terminar, repito, las mentalidades, los gustos y los valores también cambian.

MUCHAS GRACIAS.

 

Wassily Kandinsky. Primera acuarela abstracta, 1912.

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